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Levitar

Posted on agosto 30, 2024septiembre 4, 2024

De un tiempo a esta parte siento cierta ingravidez, como si nada me sujetase al suelo y levitara por encima de lo tangible, vapor del agua que hierve y se eleva, que abrasa. Estoy despierta, pero no aquí, y veo el mundo, libre, y los problemas de los hombres han dejado de tener que ver conmigo. Creo que todo empezó el día que me dejaste, aquel «he dejado de quererte» acabó conmigo de una forma que ni yo sabía, y en cierto modo era un desenlace esperado que veía llegar con la misma certeza que a las lenguas viperinas de esas que disfrutaban a costa mía vertiendo veneno dentro de mis oídos cual cuentagotas de un traidor sobre la copa del césar. Pero el amor es sufriente, y estúpido, y prefiere negar evidencias que constatar realidades, porque dar veracidad a lo que no quieres creer te obliga a actuar en consecuencia. Y yo no estaba preparada para ser el hacha del verdugo que le cortara la cabeza a nuestra relación, así que decidí dejar de ser para mantener tu mentira, estar ciega de lo malo y levitar por encima de los problemas. Conformarme con los restos risueños que otra deja de lo que un día fue sólo mío. 

Estoy harta de todos los que hablan de la zona de confort, de los que dicen que cambiar es bueno, que es para mejor. Estoy harta de todas las publicaciones de redes sociales con mensajitos motivacionales sacados de tacitas Mr. Wonderfull. Estoy harta de blanquear las emociones, que todo el mundo sepa mejor que yo cómo me siento y que se crean con el derecho de decirme lo que tengo que hacer para volver a encontrarme cuando ellos no tienen ni puta idea de hacia dónde van sus vidas. No soy fuerte, ni estoy empoderada, ni quiero olvidarte, sólo cerrar los ojos y volar, sólo quiero dejar de ser… O eso pensaba.

Y es que ahora estoy mirando unos ojos verdes que nada tienen que ver contigo, pero que se están presentando ante mí dispuestos a salvar mi mundo de la apertura de los sellos que vaticinan la cabalgada de destrucción de los cuatro jinetes sin rostro. Ha llegado sonriente. Hay sonrisas que son como una campiña francesa en un día soleado. Y me ha preguntado si no me importaba que se sentara en mi mesa, puesto que el restaurante en el que he parado que está camino de quién sabe dónde estaba lleno. Sabes que siempre he sido una mujer educada, que un buen dinero les costó a mis padres, que también sabes que son gente humilde, pero honrada, que siempre desearon lo mejor para mí, y que, aunque te calaron desde el primer día, fueron incapaces de darme la espalda incluso sabedores de que contigo llegaría la tristeza a mi vida. Me ha vuelto a sonreír. Se me está acelerando el corazón. Quiere empezar una conversación y la verdad es que no sé dónde meterme, nunca se me ha dado bien esto de socializar con hombres. Daños colaterales de tu toxicidad, de esa hombría mal entendida que siempre gastaste y que nunca me levantó la mano, pero sí la voz. Por cierto, la suya me gusta mucho. Es profunda, pero no cavernosa, cómo decirte, es cálida y agradable, como el calor de una chimenea en pleno invierno. Me está preguntando de dónde soy y qué se me ha perdido en aquel lugar dejado de la mano de Dios, que no se ven muchas mujeres como yo por aquí. No sé cómo interpretar eso, pero creo que es un halago. El caso es que estoy sintiendo que vuelvo a mí, que ese viaje astral en el que se han convertido las últimas semanas está llegando a su fin. Tiene dos ligeros hoyuelos que se dibujan cuando decide lanzar al ataque esa encantadora sonrisa, y lo hace cuando ve que no consigue lo que se ha propuesto. Es un buen ataque, porque aquí estoy enlanzando frases sobre mi vida, aunque temo empezar a hablar sobre ti y que lo jodas. Porque estoy segura de que serías capaz de hacerlo sin siquiera estar aquí presente, incluso a cientos de kilómetros. No, no estoy dispuesta a dejarte entrar en la conversación. Es algo más joven que yo y no tiene ni una pizca de vergüenza, ya sabes que siempre me perdieron los canallas de mirada bonita. Y parece inteligente, trabaja en una empresa familiar, algo de materiales de construcción, y aunque sueña con viajar por el mundo sabe que a día de hoy no le queda otra. Tiene el pelo largo y rubio, sujetado en forma de moño. Seguro que hace surf, en un pueblo de costa como este no creo que haya muchas más cosas que hacer para divertirse. Está claro que pasa mucho tiempo en la playa, se le nota en el dorado de la piel, en cómo las arrugas empiezan a asomarse en el contorno de sus ojos. Me está haciendo reír y ya no me acuerdo de tu nombre. Me dice que si me atrevo a quedarme unos días en un pueblo costero que no quiere nadie, que me promete poca cobertura y que ni un alma podrá encontrarme. Que no podrías encontrarme. Él también te ha calado, y no le he hablado nada de ti. Es mejor seductor que tú y no parece tan hijo de puta. Sí, creo que voy a cenar con él, quizá me encuentre y te olvide, quizá sólo dure un instante esa sensación o desee alargarlo toda la vida. Quizá sólo sea un mal polvo o una noche increíblemente apasionada. Lo que tengo claro es que estoy cansada de escapar, de mirarme y no reconocerme, de tener la necesidad de levitar.

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2 thoughts on “Levitar”

  1. Yordanka dice:
    septiembre 14, 2024 a las 12:02 am

    Me encanta leerte. Tienes una forma de escribir muy peculiar, atrapa al lector, excelente manera de hilar la trama.
    👏👏👏

    Responder
    1. carlosvenegasdc@gmail.com dice:
      septiembre 14, 2024 a las 1:30 pm

      Muchísimas gracias, Yordanka 🥰🥰. Me encanta que te haya gustado. Para mí sería un orgullo que te subscribieras, si quisieras, para que te lleguen todos los escritos que vaya subiendo. Ahora que te he encontrado, ¡no quiero que te pierdas! 🤩😜

      Responder

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